En un barrio acostumbrado a ver cómo la tradición se mezcla con las tendencias más recientes, la apertura de una tienda dedicada en exclusiva a la crema catalana es una declaración de intenciones.
En el barrio barcelonés del Born, donde los escaparates cambian al ritmo de la moda gastronómica, este postre de siempre irrumpe con una propuesta que busca mantener la esencia, pero adaptada a los hábitos urbanos.
La idea es sencilla, pero no por ello menos efectiva: tomar uno de los símbolos de la repostería catalana, servirlo recién quemado y ofrecerlo en formato para llevar. Algo tan cotidiano como un paseo por las calles empedradas del Born ahora puede ir acompañado de una cazuelita humeante de azúcar caramelizado. Y a juzgar por la acogida, la fórmula funciona.
En su local de la calle Canvis Vells número 2, a pocos metros de la basílica de Santa María del Mar, Sucre Cremat ha convertido la tradición en una experiencia de street food dulce, no muy lejos del polo de las cheesecake de Jon Cake.
El público no solo se lleva un postre, sino un pequeño ritual: que le quemen la crema al moment, abrir la tapa, romper la capa crujiente que el azúcar y el fuego consiguen soldar a base de temperatura y dejar que la crema se funda en la boca.
Cada unidad llega en un recipiente de 150 mililitros por un precio fijo de 5 euros, con la superficie aún caliente y el crujido intacto. En sus primeras semanas, las redes arden alrededor de este fenómeno que era tan evidente pero nadie había lanzado.
En pleno centro de la ciudad, lleno de turismo en busca de autenticidad, este negocio apunta alto, pero que se apoya en la solidez de un producto que no necesita artificios.
Todo local
Los ingredientes son una declaración de respeto por la proximidad: leche y nata de Llet Nostra (la cooperativa de granjas catalanas), huevos de Girona, carquinyolis de Tarragona y cerámica producida en talleres locales. Un trabajo que no solo busca sabor, sino también reforzar la cadena de valor de los productores cercanos y ofrecerse como tradición pura.
La inspiración no es casual. Con raíces catalanas, pero también con influencias brasileñas y portuguesas, el proyecto refleja un diálogo entre culturas. Esa mezcla se traduce en una propuesta minimalista en carta, pero elaborada con precisión y cuidado en los detalles. El foco está en el producto, no en el escaparate.
Sucre Cremat se suma así a una tendencia cada vez más extendida: la del postre icónico que se reinventa para el consumo al paso. Igual que ocurrió con los churros, los helados artesanos o las cookies XXL, la crema catalana se adapta a la lógica del ritmo urbano sin perder su identidad.
Esta apertura supone un guiño al pasado y al presente de la cocina catalana. Una manera de recordar que, incluso en la era del “delivery” y las fusiones imposibles, un buen postre de siempre puede seguir sorprendiendo especialmente si se sirve con el toque crujiente que lo ha hecho inolvidable.
Sucre Cremat
- Dirección: Canvis Vells, 2. Barcelona
- Precio: 5 €
- Horario: Domingo, miércoles y jueves, de 12.30 a 21 horas. Viernes y sábado, de 12.30 a 22 horas.
Foto | @sucre.cremat/Instagram
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