La llamada harina bizcochona o con levadura incorporada es un ingrediente que parece haber perdido algo de popularidad en los últimos años, siendo más común en países anglosajones. Podemos sin embargo encontrarla cualquier día en las indicaciones de una receta o cogerla por error en el lineal del supermercado; para evitar desastres reposteros, conviene saber qué es exactamente y cómo se puede sustituir con una versión casera.
Sus nombres en castellano son algo confusos porque ni sirve solo para bizcochos, ni lleva realmente levadura, pues ya sabemos que el impulsor químico tipo Royal no es propiamente una levadura, sino un agente levante o gasificante. Más explícito es su denominación inglesa, self-raising flour, o harina "que crece sola".
Aunque la inventó el británico Henry Jones en 1845, para que la armada puediera disfrutar de masas tiernas en alta mar, se popularizó ya a mediados del siglo XX como uno de esos productos ideados para hacer más fácil la vida doméstica (o siendo más claros: de la ama de casa). Con esta harina, deleitar a la familia con tus propios pasteles y dulces era de lo más fácil y rápido.
Qué es exactamente la harina bizcochona
El objetivo de esta harina es que no tengas que añadir ningún impulsor químico a la hora de hacer bizcochos o galletas de los que "suben" en el horno, es decir, masas de repostería más o menos aireadas o esponjosas.
Dependiendo de la marca, pueden incorporar uno o varios gasificantes, en distinta proporción, y además suelen llevar también algún antioxidante y antiaglomerante. Estos aditivos, totalmente seguros, mejoran la conservación del producto así como su mezclado en la masa y efectos en la misma. Todo con el mismo fin: obtener una miga esponjosa, homogénea, suave y sabrosa.
Cuándo usarla (y cuándo no)
La respuesta más fácil es la más obvia: si una receta pide específicamente harina bizcochona o leudante, es la ocasión de usarla. Cuando son recetas probadas y comprobadas con fiabilidad, los mejores resultados se obtendrán siempre siguiendo a pies juntillas sus indicaciones.
También podemos emplearla sustituyendo a la harina y el impulsor indicado por separado en recetas de repostería simples, como un bizcocho básico tipo de yogur y todas sus variantes. Es conveniente, sin embargo, leer bien las indicaciones del fabricante, para conocer los detalles de las equivalencias.
No es buena idea aventurarse a usar esta harina en recetas que solo piden "harina de repostería", pues es un término que simplemente indica el nivel de proteínas que tiene dicho ingrediente (cuando más bajo, más floja será, y más apropiada para dulces esponjosos). Tampoco suele dar buenos resultados en masas más complejas o que pidan usar solo bicarbonado de soda o de amonio.
Los dulces más densos, como la mayoría de galletas, bizcochos muy húmedos o brownies, pueden pedir una mínima cantidad de levadura, pero si usáramos harina bizcochona podríamos pasarnos de cantidad de gasificante. Por supuesto, no se puede usar en masas de panadería.
Cómo hacer harina bizcochona o leudante casera
Si no sueles comprar esta harina pero te encuentras con una receta que la pide, puedes hacer un sustituto casero fácilmente. Una fórmula básica que da buenos resultados es la siguiente:
- 120 g de harina de trigo de repostería (harina floja o baja en proteínas; en su defecto, harina común de todo uso).
- 1 y 1/2 cucharaditas de impulsor químico (polvos de hornear).
- 1/4 cucharadita de sal (opcional). Si se añade, omitir o reducir la cantidad de sal que indique la receta.
- 1 cucharadita de almidón de maíz o maizena (opcional).
Tan solo hay que mezclar todos los ingredientes y tamizarlos juntos al menos dos veces, mejor hasta en cinco ocasiones. Puedes hacer de más y tener la mezcla guardada en un recipiente hermético, lista para usar directamente cuando lo necesites. Recordemos que la medida estándar de cucharadita es de 5 ml de volumen.
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Fotos | Unsplash - Marco Verch
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