Tan evocador como el olor de las castañeras en plena faena resulta el que desprenden las mandarinas y clementinas cuando te cruzas con alguien que se está pelando una fruta en plena calle. La intensidad de ese fragante aroma ya nos da una pista del potencial que tienen estas mondas, y por qué merece la pena reutilizarlas en casa ahora que están en plena temporada.
Una temporada que arranca a mediados del otoño pero que brilla con mayor esplendor a medida que se acerca el invierno, cuando se solapan en el mercado distintas variedades de la prima pequeña de la naranja, divididas entre clementinas, satsumas e híbridos como las clemenvillas. Las diferencias entre mandarinas y clementinas radican en calibres, cantidad de zumo, dulzor y estacionalidad, y también tienen pieles diferentes.
Si bien las clementinas son agradecidas a la hora de pelarlas con la mano, las clemenvillas tienen una piel más fina y prieta, más cargada de aceites esenciales que suelen dejarte los dedos algo pringosos si usas solo las manos. En cualquier caso, todas las variedades de mandarinas nos regalan mondas que se pueden aprovechar.
En la cocina. Puedes usarla de la misma forma que la piel de naranja o limón, en recetas de dulces tradicionales que piden quemar el aceite con una monda para aromatizarlo. Por ejemplo, a la hora de preparar tortas escaldadas de Cartagena o una torta de pellizco de Ubrique. Lo mismo sucede con la ralladura fina, que lo mismo nos sirve para dar frescor a una ensalada, verduras, pescado o carne, que para aromatizar el roscón de Reyes o unas galletas.
Infusiones. Solo tienes que añadir pieles de mandarina a cualquier líquido que quieras infusionar para darle ese punto de frescor cítrico, entre ácido y dulce. Por ejemplo, con un arroz con leche distinto o infusionando la leche de las natillas, preparando tés e infusiones sin teína, dándole otro toque al chocolate a la taza o preparando un ponche o un aromático vino caliente.
Una especia casera. Si las dejas secar, sin la parte blanca, colgadas al aire unos días o en el horno a muy baja temperatura, podrás triturarlas y tener así una especia aromática perfecta para emplear en seco en todo tipo de recetas.
Sal y azúcar cítricos. En lugar de triturarla sola, prueba a mezclarla con sal de grosor medio para crear una sal de cítricos diferente a la que se puede hacer con piel de naranja o de limón, o combina varias pieles distintas. Exactamente lo mismo puedes hacer con azúcar, aunque en este caso es más eficaz frotarlo con la ralladura fresca de la piel, mucho más intensa en aceites esenciales; solo ten en cuenta que aportará humedad y conviene usarlo pronto.
Aromas para el hogar. Solo con cocer las pieles de la mandarina a fuego lento conseguirás un aroma delicioso y agradable en tu cocina, que puede extenderse al resto de tu casa según el tamaño de esta y su distribución. Una vez caliente puedes llevar el líquido humeante a otra estancia hasta que se enfríe, y lograrás más aroma si añades ramas de canela, romero, clavos de olor, etc. También liberarás aromas si las dejas dentro del horno aprovechando el calor residual después de usarlo. las pieles secas también pueden dar un toque fresco a tus armarios o cajones de ropa, dentro de un saquito de tela.
Compost. Si se te dan bien las plantas, tienes huerto o jardín, aprovecha las pieles para tu compost casero con el que podrás fertilizar la tierra cerrando el círculo de sostenibilidad. Pero nada de echar las mondas directamente a las macetas, que así no funciona la alimentación de las plantas.
Imágenes Freepik/azerbaijan_stockers - mdjaff - Racool_studio
En DAP | No tires las pieles de las manzanas: úsalas para hacer un delicioso caldo que va a cambiar tu cocina
En DAP | No tires la piel de la naranja, aprovéchala en estos cinco usos que quizá no conocías