Así es el desconocido convento madrileño que ha emocionado al chef José Andrés en su primera (y dulce) visita

Así es el desconocido convento madrileño que ha emocionado al chef José Andrés en su primera (y dulce) visita
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Pese a que el programa 'José Andrés y familia en España' (José Andrés and Family in Spain), estrenado a finales del año pasado en HBO Max, parecía más destinado a dar a conocer más nuestro país al espectador extranjero, lo cierto es que puede descubrirnos lugares también a nosotros. De los seis episodios que conforman la serie documental, resulta curioso que precisamente sea el dedicado a Madrid el que puede sorprendernos con rincones que hasta ahora permanecían desconocidos para el público.

Madrid como destino turístico parece sobreexplotado y da la sensación de que todo el mundo conoce sus visitas obligadas, monumentos, museos, parques, calles y plazas, incluso también restaurantes y tiendas. Y, aún así, la capital guarda multitud de lugares que habitualmente se salen de los circuitos principales, ya masificados. José Andrés nos descubre en este episodio la magia de atravesar las puertas de un céntrico convento olvidado por las guías y los tours turísticos.

Se trata del Monasterio Jerónimo del Corpus Christi, conocido popularmente como el Convento de Las Carboneras. Declarado Bien de Interés Cultural en 1981, fue fundado en 1607 por la condesa de Castelar, Beatriz Ramírez de Mendoza para las monjas jerónimas del Corpus Christi, religiosas que habitan tras sus muros de piedra desde entonces aún a día de hoy.

El sobrenombre de "las carboneras" proviene de la imagen de la Virgen de la Inmaculada donada al convento tras descubierta en una carbonería. Abierta la iglesia a la plaza del Conde de Miranda, su portada es el único elemento que rompe la sencillez de la fachada del templo, dotado de una sola nave, sin crucero, pero con una capilla mayor elevada que representa un ejemplo único en esta tipología de arquitectura religiosa en Madrid.

Convento1

Claro que lo que más interesa al chef, y a sus golosas hijas, es la tarea que ocupa a las religiosas durante buena parte del año: la elaboración de dulces tradicionales. La jerónima es una orden de clausura monástica dedicada esencialmente a la vida contemplativa, en silencio y soledad, encomendadas a la oración y la penitencia. Pero eso no quiere decir que no puedan elaborar unos dulces divinos.

Como cuenta el chef a sus hijas en su visita, él nunca había estado antes en el convento, pero tiene muy claro lo que busca, reencontrarse con esas tradiciones únicas que sobreviven siglo tras siglo, mientras el mundo alrededor no deja de cambiar. Y la forma de conectar con ese mundo exterior es a través de sus dulces manjares.

Convento Dulces

Al ser monjas de clausura, no llegamos a verlas, y toda la operación de venta se efectúa a través de una rústico vano que contiene un torno giratorio por el que salen las cajas de dulces y se introduce el dinero. Para hacerte con ellos deberás tener algo de suerte, pues no están abiertas todos los días y su horario puede ser irregular; además, al no elaborar una producción muy grande, no es raro que se agoten. Los vecinos del barrio sí las conocen bien, y es que cuando se encienden los hornos el olor inunda la calle y el interior de la iglesia.

El surtido de dulces artesanales que elaboran las religiosas se compone de galletas de limón, pastas de té, pastas de almendra, naranjines -galletas finas de almendra- sequillos de aceite, nevaditos, mantecados de yema y mantecados de Jerez. Se presentan en cajas de 500 g o de 1 kilo, con precios entre los 10 y 22 euros.

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Fotos | HBO Max - CrisNYCa
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